sábado, 24 de diciembre de 2011

EL MUERTO AL HOYO…

(carta abierta a Gema Matanzas)



Entramos en la postEspaña. Ya está todo el pescao vendío. Esta pobre piel de vaca loca (escenario de la más aplastante –e inmerecida- mayoría absoluta obtenida por un partido en unas elecciones y del más insignificante –en relación con los destrozos dejados a su paso- castigo electoral sufrido por otro) se dispone a reconstruirse en lo material sobre doscientos cadáveres y millar y medio de heridos que todavía no han recibido la reparación moral suficiente (esto es, saber –sin tramposas ni chapuceras historias oficiales- por qué acabaron así) y sobre las inmundas relaciones de los dos grandes partidos con la violencia insurgente vasca y el chantaje económico catalanista (autotraicionando sus respectivos idearios en cuanto a cohesión territorial y las expectativas menos cínicas de sus votantes). Ya hemos oído al nuevo responsable de Interior, Jorge Fernández Díaz, refiriéndose al equipo anterior (el más siniestro que ha tenido ¿España? desde el tardofranquismo pero sin las justificaciones ideológicas de éste –porque esta vez, la cosa era NADA PERSONAL, SOLO NEGOCIOS-). Ya sabemos quién dirigirá Justicia (la persona que ya en su momento actuó sumarísimamente contra quien le afeó sus comentarios sobre OBVIAR EL 11 M -¿esta persona va a garantizar el buen curso de las investigaciones hoy abiertas sobre el 11 M o dichas investigaciones se irán remansando hasta desaparecer como riachuelos en el desierto?-). También sabemos los gestos y desplantes de los dos máximos responsables del actual gabinete, Mariano Rajoy y su superministra Soraya Sáenz de Santamaría, en cuanto a encarar todo aquello que vaya más allá de la mera gestión económica. Las sospechas de tongo que desde mayo de 2008 algunos sospechábamos ahora parecen confirmarse, y siempre vinculados al agujero negro del 11M.

Yo no soy nadie. No represento a nadie. Me intereso por temas que también roban el sueño a otra gente que me resulta completamente ajena (sea por no haber vivido sus circunstancias extremas –y sería, por tanto, de una presunción indecente equipararme a ellas- o por no encuadrarme –incluso ser muy mal visto, caso de LIBERTAD DIGITAL- en colectivos que se interesan por tales asuntos). No soy agente ni peón al servicio de nadie, tan sólo de mi propio autismo (de mi propia impotencia, por aquello de hablar al cabo para besugos sordos –o que se hacen los sordos-). En los últimos meses he conocido, tanto en trato personal como por Internet, a gentes profundamente disconformes con el rodillo independentista vasco y con la prepotencia catalanista: la sensación ha sido mayormente de gente derrotada pero poco asequible a la autocrítica, a enfrentarse sin reticencias a la pregunta del millón (¿COMO HEMOS LLEGADO A ESTA SITUACION? ¿CUAL ES NUESTRA PARTE DE RESPONSABILIDAD?), de escudarse más en el victimismo que en la voluntad de construir una comunidad de autodefensa y no estar dependiendo de la eventual buena voluntad de un establishment partitocrático cada vez más alejado de sus reivindicaciones (cuando yo he sacado a colación la actitud y conducta de los unionistas en el Ulster o de los primeros colonos sionistas, incluso de la evolución de los pieds/noirs y emigrantes blancos de Rhodesia y Sudáfrica, siempre situadas en las antípodas del victimismo –salvo, en el caso sionista, como arma de propaganda fríamente utilizada-, se me ha dicho que la cosa no tiene nada que ver –por lo visto, resulta mucho más lógico imitar a colectivos como las Madres de Plaza de Mayo, situadas en cuanto a simpatías políticas más cerca de los abertzales que de sus contrarios-). Esa experiencia más todo el seguimiento del llamado 15M así como la profunda introspección que ha supuesto la película con el sr Pinzolas me ha llevado a cuestionarme cada vez más el sentido de mi rol como opinador, como observador de una realidad política que, en cuanto a su devenir cotidiano, menudo, está completamente blindada a incidencias alternativas. Sólo confío en el DE PROFUNDIS, en las grandes catarsis que nos igualen a todos en la insignificancia. La abyección francesa de los años 30 (tan bien estudiada por Drieu La Rochelle en obras como GILLES y MESURE DE LA FRANCE) se pagó con la rigurosa prueba que supuso la ocupación alemana y la humillación de Vichy. La voluntaria ignorancia del alemán medio ante lo que sucedía en los läger se fue pagando con los salvajes bombardeos aliados, con el no menos salvaje avance hacia Berlín del Ejército Rojo, con la depuración y ocupación del territorio alemán, con el juicio de Nuremberg... Las ignominias que la población ¿española? en su mayoría han tolerado, jaleado e incluso disfrutado en estos siete años desde el 11M están todavía por pagar. El hundimiento de la Europa mercantilista, la emergencia de China como primer referente planetario, la recomposición de la comunidad de países anglosajones, una posible reubicación de Alemania en sintonía eurasiática con Rusia... puede que por ahí vaya la factura. Pero son temas demasiado grandes para una tertulia. Tocarlos con frecuencia los minimiza, los vuelve berrido de perturbado encaramado en su speaker’s corner. Y tampoco tengo vocación de tertuliano profesional generalista, de Ramoncín en 13TV, de Verstrynge en LA NORIA, de Eduardo Gª Serrano en Intereconomía tragando con cosas que su padre jamás habría aceptado ni de lejos (empezando por ese rol de tertuliano)... Las personas con las que me siento más en comunión (el zenmeister Rafa, Luigi, Charlie, Esther, Ana, Carmen...) no aguantarían ni un minuto en una tertulia generalista o, de aceptar el reto, serían excretadas a la primera de cambio o reducidas al patético rol histriónico de Howard Beale en los tramos finales de NETWORK.

Creo que estos primeros movimientos del PP (de clara incitación en sus pautas de remachar el viejo y cruel refrán de EL MUERTO AL HOYO Y EL VIVO AL BOLLO) han sido el detonante, la gota que me confirma en mi sensación de John el Salvaje soltando peroratas en su jaula del zoo ante un público que le tira cacahuetes. Puedes seguir contando conmigo para PANTALLA LUNAR. Hablar de metapolítica, de creación, todavía tiene sentido para mí sin sentirme ridículo ni inútil. Pero lo otro, qué quieres, se me hace ya absolutamente imposible.