domingo, 10 de diciembre de 2017

LA INFANCIA RECALENTADA


Sí. Justo. Como la cena de los Golpes Bajos...

Releía el primer volumen de PASADOS LOS SETENTA en la cama. De pronto (cosas de la edad), me sorprendió una desagradable cabezada.

Me topé con un cuadro navideño viviente. En lugar del niño Jesús, se apesebraba en su cunita un anciano. Pero no el tópico Mickey Rooney "lácteo": esta vez era más bien ese José Luis López Vázquez (EL JARDIN DE LAS DELICIAS, LA PRIMA ANGELICA) que asoma anacrónico dentro de sus recuerdos más infantiles tiñéndolos de entropía.

A un lado de la cuna un corderito lampiño (como el feto milenario de CABEZA BORRADORA) se arrimaba y le daba calor (un calor húmedo, asfixiante, con mucho de esas selvas primigenias plagadas de insectos gigantes). Al otro, a guisa de buey, un Victor Buono búdicamente encuerado tocaba en un pianito de juguete fragmentos de la banda sonora de aquel anticlimático grand guignol de Aldrich (su postura agachadizamente concentrada me hizo pensar en una versión metastatizada de cierto personaje de CHARLIE BROWN). 

Yo trataba de recordar el topónimo con el que se suelen denominar estos cuadros navideños. Sonaron unas campanas a lo lejos. Entonces lo recordé.

Nada más hacerlo, los cielos se levantaron, las avecillas cantaron y me encontré junto a la Puerta de Alcalá. Jünger y señora (doña Taurita la archivera) estaban colocando (en contra de la voluntad laicoránica de la munícipe madrileña) un pequeño belén al lado de otros muchos. Me fijé en la cara del niño Jesús: tenía algo, en su inocencia bigotuda, del Alfredo Landa de TATA MIA. Esto me produjo una sensación de bienestar y, abriendo los ojos, continué con el crucero por el Indico del Anarca y su archivera.