jueves, 28 de septiembre de 2017

ENLAZANDO "EL IDIOTA DE LA FAMILIA" (comienzo idéntico al SAN GENET: niño crecientemente anómalo a los ojos de quienes lo tutelan) CON UNAS ULTIMAS IMPRESIONES EGOTISTAS A PROPOS DE LA GENEALOGIA DE GENET



Leyendo la dicotomía genetiana entre su origen urbano (de nacimiento y de institución adoptiva) y el rural de su familia de acogida, yo pienso en la dicotomía entre las dos ramas de mi familia materna (la única que conocí), la mesocrática con afanes arribistas (siempre preocupada por el qué dirán) y la aristocrática venida a menos (decadente, sureña -en el sentido más "confederado" de la expresión-, siempre ajena al qué dirán -por considerarlo de manera instintiva la opinión de los inferiores-). La mesocracia me acoge/tolera/soporta (esto es, tolera a duras penas porque el cachorro de animal dudosamente doméstico, cuando crece, se hace intolerable). La aristocracia, con su locura (psicopática en el peor de los casos -y el más genealógicamente cercano-, joseantonianamente quijotesca, mañarianamente libertina, anglomaníacamente excéntrica), simplemente me indica que eso es "lo mío", mi herencia ineludible, que enlaza de algún modo con la impronta adoptiva, primitiva, preburguesa, aldeana y aún no digerida por la mesocracia que la sucedería (en caricatura, hay películas de Martínez Soria que reflejan esto con cierto tino; y sin caricatura, hay también mucho del señor Cayo y otras imágenes delibianas de la dignidad de la aldea frente a la megaurbe), la impronta de las ancianas que me criaron y que se fueron de este mundo cuando yo aún no tenía cinco años.


 






miércoles, 27 de septiembre de 2017

SAN GENET: CONCLUSIONES


San Genet es la malévola réplica sartriana a la promoción que Camus hace de Simone Weil y al retrato platelminto que hace Céline de quien en su momento lo despachó en cuatro líneas que contrastan con esta prolija defensa de alguien inversamente gemelo de LFC (en el libro de Leguina sobre Destouches esto queda aún más patente). En buena medida, Genet, monstruo recuperado en su inocencia de monstruo, es útil para encajar y santificar las oscuras malicias de su recuperador. Quienes han pretendido heredar a Genet sin pasar por su via crucis, en realidad, heredan más al Sartre retratista de Genet.

Weil y Céline, ambos cátaros. Genet, a su manera paradójica, también. Sartre, para nada... 

Leer el discurso de Barrés a favor de la pena de muerte (incluido como apéndice en el SAN GENET) y recordar la traición/linchamiento del ojo pipa contra su trepanado ex/referente de estilo da pie a una incontenible espiral de sarcasmos. 

miércoles, 13 de septiembre de 2017

GENET PRET A PORTER



Las divinas que han "heredado" a Genet (o sea, casi todas las que se dedican a la creación literaria o audiovisual), en realidad, no reencarnan a éste, sino más bien lo vampirizan y usan a su conveniencia (como hacía Jame Gumb con las gordas): lo inició Sartre desde su asexualidad platelminta en su prolijo libro sobre la Santa Ladrona. Uno piensa en la aventura de Truman Capote con A SANGRE FRIA (tal vez la más lograda aproximación a Genet tras Sartre, planteada con la misma sinuosidad que éste, pero desde la hormona visionaria más que desde la neurona analítica) o en las viñetas de Nazario (el ¿Genet? sevillano -tal vez el más cercano plásticamente a las pajillas de JG, como puede comprobarse sobre todo si se echa un ojo al mediometraje UN CHANT D'AMOUR-) o en la oscura fecundidad de Fassbinder (que incluso adaptaría una obra de Genet, QUERELLE, y que supera al propio Genet en crueldad demiúrgica, tal vez por ser menos femenino que Genet o, mejor, por emanar un eterno femenino más terribile que debole: siempre me ha chocado esa mirada intercambiable de Fassbinder y Ulrike Meinhoff, que me llevó a soñarlos como una variante del BLOODY MAMA cormaniano, con Fassbinder, criminal con ínfulas de cineasta progresivamente deteriorado a lo FWN, y la Meinhoff como su devota hermana que se dedica a cuidarlo y a asaltar cuarteles de la OTAN entre limpieza de babas/cacas/meaos y preparación de las comidas/potito -a RWF dediqué unas cuantas páginas en mi e-book PANTALLA ZURDA-) o en la camaleónica trayectoria de Bowie (lo más cercano a la Divinidad -con mayúscula- desde la belleza tórridamente gélida, algo que sospecho habría llegado a provocar la misma envidia en Genet -Bowie frustrado por su imposibilidad de ser cool y no meramente cul- que éste provocaba de manera más turbia en Sartre, el envidioso vocacional). ¿Y qué decir de Mishima? (más genetiano que nunca en su femenina novela MUSICA y a cuyo final yo dediqué una glosa, EN BUSCA DEL SOL, dentro de este batiburrillo).

Porque JG (como Eduardo Benavente, su gemela antimateria -por aquello de preferir la acción a la pasión-, que interpretó aquello tan genetiano de QUIERO SER SANTA) nadaba sin guardar la ropa. Las divinas que pretenden "heredarlo", sí.