martes, 18 de agosto de 2020

mom como terapia

 Cuando, con la incógnita esta del CV, uno vive cada día como de prestado y las perspectivas ya bastante dudosas de volver a hacer algo en música (esa presentación del disco de PARAISO dos días antes de comenzar el confinamiento y en que se esbozaron algunas perspectivas) parecen desbaratarse por completo; y la casa de uno continúa malamente en pie como un barco ebrio de averías y percances; y uno sólo tiene como escape las lecturas matutinas en pantalla, algunas series vistas por la tarde y la noche, la cosa culinaria (imaginación en tiempos de indigencia) y los ocasionales oreos que alguna buena amiga me depara o las eventuales tertulias con el zenmeister, toda ilusión o ambición entre orsiana y quijotesca, todo dandysmo espiritual se pliega a la bota de la realidad y uno se descubre a cada momento como un personaje de la serie más oscura y demoledora de Chuck Lorre, MOM. Uno no se drogó ni se emborrachó ni se arruinó en el casino: mis adicciones en las que perdí energías y dinero fueron siempre las mismas, quijotadas de autoedición (varios libros, la saga corazonesca... todas esas gloriosas miserias que configuran mi blog más papelero), de compromisos con demagogos que siempre me defraudaron, gestos caballerosos que me estallaron en la cara como coz de galeote, rehén siempre de mi karmafrenia unamuniana. Mi dosis diaria de MOM me recuerda aquello que siempre gustaba de repetir (sin pensar en lo ominoso de la frase) Merche, la que fue teclista y co/autora de temas en PROYECTO BRONWYN (mi mayor quijotada musical, tanto en su creación como en el medio millón de pelas de las de entonces que se fueron por el sumidero), "LO QUE NO PUEDE SER, NO PUEDE SER, Y ADEMAS ES IMPOSIBLE". Uno, a estas alturas, ya se conforma con vivir con el menor estrés posible cada nuevo día, rebajando las expectativas al mínimo y sintiendo cada tarde mayor empatía por la sufrida y entrañable pitufina.