viernes, 20 de agosto de 2021

ASTRA KAHN TEEN FLASH (it's a gas, gas, gas!!!!)

dedico esta entrada a don Pedro Muñoz Seca, fusilado por coñón 



como entrante sugerimos:

"Denuncia, berrea, succiona, vapea: empoderadas las monas, ahora les toca a las feas..."  (fragmento de HISTERIA BLUFF, pieza para You Tube perpetrada por Zeporrwa Mollakoska, la influencer de más peso, entre cuyas hazañas virtuales más logradas destacamos el diseño de la campaña de lanzamiento del helado ultracremoso de lorzas a la espirulina, con el que la Arzakian Oronde Corporation se ganó al sector poblacional de ofendiditas obesas de última generación)




pasemos al plato del día, EL BOLERO DE RAQUEL 2.0:

-¿El succionador de clítoris?

-Servidor de usté...




Y acabaremos con este postre fecal:

-DI ARREA

-No.

-DI ARREA

-Que no!!!

-DI ARR....

(Pues al final lo dijo y se cagó)







miércoles, 4 de agosto de 2021

MINA LA DRAGONA

 

Al final lo trans y lo drag y lo epiceno no era la sublime fantasía que uno creyó ver en los rasgos de una Vitorichi recental deambulando por el Paralelo, en la ambivalencia racial de Jaye Davidson en su juego llorón, en el relámpago veneciano de Bjorn Anderssen, en el efebo con cara de Veronique Sanson que me empujaría al PARA TI, en Jeremy Irons transmutado en la más dulce geisha o en Patrick Swayze regalándonos la superheroína Vida Boheme. Al final lo trans y lo drag y lo epiceno, más allá de las vindicaciones a la contra de Camille Paglia, era la teratología wachoskiana a golpe de cibertranshumanismo y bisturí, y la violación lingüística a/o/e de la empoderada Irene Montero legislando caprichos caligulescos en su vértigo psicomengeloide de mansoniana ¿ingeniería? social.

El ampliar los contornos identitarios a través de los impulsos del arte, de la ironía, de la imaginación dramatúrgica, de los juegos de seducción moebianamente entrelazados se arrasaba en la hiperreal antiutopía del quirófano y del BOE.

Ahora, en plena reescucha de Mina, regreso a mis fascinaciones por lo ambivalente acunado por su desmesura felliniana y, en sus boleros en castellano la veo más dragonona que nunca, y en sus rugidos en inglés reparo en lo mucho que nuestro Buey Gurruchaga (alusión al Beef original de EL FANTASMA DEL PARAISO) debe a la Tigresa (aunque fuese el otro epiceno de la Movida, Javier Hamilton/Furia, el irritante detonante de mi PLUMA ELECTRICA que acabaría reencarnando desde su lumpen rosa y a través del tobogán estético/existencial de Alaska en el consorte de ésta, el teratológico Vaquerizo, tan cercano a las abisales sordideces de un Retana o de un Hoyos y Vinent adobados con Jess Franco en sus spots de neumáticos o de laca, en sus realities MTV de casquería a deux, o en su pedestre carrera musical, que no al glam de Bowie o a la aventura plena de artes y ensayos de Siouxsie), quien alardeaba de su querencia por Mina, una Mina escuchimizada y férreamente uncida al estereotipo de mariquita alonsomillanesco, antimateria por su obviedad de la desmesura ambigua que tanto Mina como Gurruchaga, entre lo sublime y lo bufo, sí emanaban hasta solaparse la cabeza calva del vasco cantando a Eduardo Haro Ibars con la cantante calva que iluminaba el ATTILA y su hit más desgarrado y vitriólico a la sazón, ESTRELLA DEL ROCK). Mina quasi adolescente cantando el VENUS como si saltase a la comba (nunca me ha parecido tan carnalmente deseable una voz) va creciendo en melancolía hasta lograr esa primera madurez con Battisti y continuar imparable estallando costuras tanto musicales como físicas hasta su retiro wellesiano en Suiza donde la grandeza testamentaria de sus últimos álbumes dobles (ese magno ROSEBUD de su cosecha anunciando pero demorando con cada nueva entrega el mutis definitivo) se vería perturbada por la intrusión de otra lumpen, la arpía Mónica Naranjo, intentando infectarla con su mal gusto y reducirla a la caricatura que aquí se intentó no mucho antes con las Vainicas vía el tóxico CARBONO 14. El amigo Tena me confió en 2003, en la sala Moby, en uno de los apartes de una actuación primeriza mía con Charlie Mysterio, que Mina le había dado cuenta de su desolación con una pregunta demoledora referente a la Naranjo "¿COMO PUEDO ATRAER A GENTE ASI? TODA MI CARRERA HE ASPIRADO A UN PUBLICO QUE FUESE JUSTO LO CONTRARIO DE ESO".

Mina la Dragona no se merece lúmpenes rosas, ni trepadoras invasivas, ni matrices wachoskianas de silicio y silicona, ni esperpentos que rebajan el indispensable sacerdocio de la ambigüedad a obviedad profanadora. Yo la imagino en un escenario flanqueada por la sutil Dil, por la sureña Vida Boheme, por la geisha que un día retornó a Brideshead, por el batelero con camiseta a rayas que me topé en 2006 en Estocolmo sin haber envejecido un ápice desde la Venecia de unas décadas y/o siglos antes, por el efebo con su pianito de juguete cantando algo de la Sanson, por la única lícita flor del arroyo, esa criatura a medio definir con cara de Vitorichi recental que deambulaba por el Paralelo. Y también por ese Gurruchaga calvo como contrapunto irónico a tanta belleza cantando algunos versos de Eduardo Haro Ibars.