Presencia recurrente en mis sueños de un tiempo a esta parte la experta internáutica de una de las últimas franquicias del megaprolífico Dick Wolf, la que permite al atormentado inspector Elliot Stabler dar lo mejor de sí como undercover. Gótica feérica de blanquísima palidez (gozosamente cegadora y sinestésica en esos aromas a coco y vainilla que mi retina retiene), hosca pero sin mal rollo de rumias biliosas (más bien gatuna, distante flema -palabra que siempre he encontrado paradoxal en su doble acepción de serenidad y esputo-), inspiradora en mis noches con ella de ternura entendida como respeto.