¡Ah, sí!
¡Siempre cabe!
¡Desconfiado! Pero qué guapo estabas en tu desconfianza...
Los vapores de la penumbra se habían soltado la melena. Unas luciérnagas un poco marujas convencieron a Lupert de que aquel paraje no era Las Vegas, y aunque de pasada las saludó muy amablemente, se dio cuenta de que tenía que buscar otro techo más bajo que el cielo para pasar la noche. Gira la cabeza, tierno cambio de grados del que busca...
¡Joder! ¡Pinche zorro! Putain! For all heavens' sake!
Si quieres dormir bien tapadito, le dice el zorro, si quieres recibir un regalo, habrás de recibir dos: cama y advertencia.
-Lupert, oh, Lupert, el amor no es una ley. Si eliges no amar no habrá castigo.
Y el zorro le dio las llaves de la habitación 11 de la posada.
4 comentarios:
Maravilloso.
¡Esa es usted y ése su espejo de estilo! Felicidades desde la emoción, señorita Especies. Ya lo tiene.
¿Lupercio sigue vivo? Creía que estaba amojamado en una botella, como esos gusanos del tequila...
Joé, cuánto me alegro, Limbo Piedra. Muchísimo.
Lupercio sigue vivo, ha salido de la botella de mezcal, un poco atolondrao pero bípedo al fin y al cabo.
Tratándose de Luppert puede que al fin y al cabo haya salido incluso trípedo.
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