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Jugando a ser de "otra" generación |
"Yo soy
millennial porque el mundo me hizo así, porque usted no me ha tratado con amor, porque nadie me ha querido nunca oír". Parafraseando la mítica canción de Jeanette comienzo este canto a la rebeldía de los pertenecientes a la llamada "Generación Y", que el señor Antonio Navalón ha tachado en un polémico artículo de indolente y autista, entre otros apelativos con una extraña fijación en nuestra sordera (decía
"¿Vale la pena construir un discurso para aquellos que no tienen la función de escuchar?"). Antes de redactar este escrito me he planteado otra pregunta, ¿vale la pena construir un discurso para aquel que parece tener buen oído y se niega a utilizarlo? La respuesta era obviamente negativa, pero como él mismo siguió adelante no va a ser este
millennial menos que él. Efectivamente nos gusta estar en la vanguardia tecnológica, hoy no he comprado
"El País", pero gracias a las redes sociales he podido enterarme de esta puñalada por la espalda. Si pensaba el señor Navalón que estaba a salvo sobre el papel, debió prever el alcance de la nube. Los
millennials solemos visitar al otorrino con la misma frecuencia que cualquier otro ser humano, perteneciente a la generación que sea, y puedo afirmar que en general tenemos el mismo oído fino y laringe crítica que el resto. El problema está en que nos preocupan aspectos diferentes a los suyos, un pequeño detalle que ha pasado por alto y que suele ser habitual en los cambios generacionales, que por cierto nos llevamos unos cuantos con el señor Navalón.
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La nuestra es también la generación Harry Potter |
Pero somos comprensivos, excepto por esa pequeña broma con su
"Wikipedia" que espero nos disculpe, entendemos que un hombre anclado en la política de Suárez —muy importante en su tiempo, irrealizable ahora— sea incapaz de ver algún aspecto positivo en nuestra generación, al fin y al cabo significamos su relevo, su final. Entre otras ridiculeces, nos echa en cara que Donald Trump se siente en la Casa Blanca, y en general una plural despreocupación por la política. Todo lo contrario, somos los dueños de las redes, y el señor Trump ha sabido ganar a sus votantes por esa vía, convenciéndoles —el nivel intelectual de los americanos medios ya no es nuestra culpa— si no lo cree, dígame ¿ha mirado usted alguna vez el Twitter de Sanders? Nos gusta estar informados en todo momento, tanto de política como del último vídeo viral que ha dado la vuelta al mundo, todo es comunicación y es el arma de esta generación. Probablemente también de la suya, siempre buscando un espíritu crítico, que créanme, hoy en día no es necesario para cambiar las cosas, ya es hora de dejar esos comentarios para la barra del bar y emplear los medios —la comunicación, valga la redundancia— para informar y conducir la crítica hacia un lado constructivo. Ya que, hasta ahora, no les ha servido de nada decir que "Rajoy es un inepto" o que "Pablo Iglesias es un populista". Acusaba usted que lo único que nos
"importa es el número de likes,
comentarios y seguidores", no sé si tanto como
"lo único", pero le confirmo que el
feedback es nuestra forma de saber lo que opinan otras personas de lo que nos preocupa. Con los
likes comprobamos a cuánta gente ha llegado nuestra crítica —lo digo así para que lo entienda, pues puede verse como una fotografía, un texto o incluso un
meme— mientras que con los seguidores obtenemos la satisfacción de sentirnos admirados o al menos de saber que a alguien le interesa tu crítica. Por último, los comentarios son la respuesta más directa, la forma de desarrollar con nuestros seguidores la crítica plural que tanto les cuesta alcanzar a ustedes. Su artículo no ha sido más que un comentario al
selfie de su periodismo de tinta y papel, que por otra parte tanto he admirado. No se preocupe, estamos en otra transición y le entendemos, así que creo que durante unos años puede haber
café para todos.
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Letrero que le recibe a uno en la Universidad Autónoma de Madrid |
1 comentario:
El Sr, Navalón no ha captado que tu generación, querido Patricio, es el futuro que ya es presente, con la exponencial revolución tecnológica , que ya lleva más de un lustro introduciéndonos en la era de la comunicación y conocimiento, rompiendo barreras y muros de Berlín y que, muchos aún no se han enterado, nos lleva sin remisión a unos ciudadanos globales exigiendo el voto virtual o electrónico para dirimir cualquiera necesidad que la propia ciudadanía considere primordial para su bienestar social , siempre y cuando que la mayoría se sustente en una proporción adecuada.
Así tenemos que aquellos que sepan utilizar las redes sociales y su capacidad de información son los que conseguirán el poder de liderar los cambios que la Humanidad necesita y que seguro se irán pergeñando durante el segundo lustro del siglo XXI.
Estoy convencido que vuestra generación sabrá discernir entre lo verdadero y lo falso, la demagogia y el populismo para encontrar y votar a aquellos líderes que puedan motivar e ilusionar en el alcance de un mundo más solidario e inteligente.
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