jueves, 18 de julio de 2019

fitzKURTZrraldo


Acabo de ver entera por primera vez la obra con que Herzog acusa recibo de APOCALYPSE NOW (travesía fluvial a través de la jungla hacia un corazón cristalinamente tenebroso, uso de Caruso como arma de seducción para enredar a los jíbaros al servicio de la loca empresa del protagonista -si Wagner y su cabalgata Sikorsky hubiese sido comandada por Kurtz y no por Killgore, prometiendo liderazgo tarzanesco en vez de napalm, esfuerzo y no exterminio, el comportamiento de los charlies habría sido tan empático como los indígenas que acaban al servicio del divino guardián de "el horror, el horror"-, final lúdico -operísticamente coppoliano en el caso de Herzog, aguerridamente herzoguiano en la divina cólera del tramo último del apocalichis de Coppola-) y que, a su vez, dejará huella en títulos posteriores tan diversos como LA COSTA DE LOS MOSQUITOS (y no sólo por la cosa taumatúrgica del hielo tropical -también por el espinazo narrativo del empecinamiento emprendedor con su punto suicida de Harrison Ford-) o la mucho más reciente y fallida adaptación de LA ISLA DEL DR MOREAU (pero impagable en las escenas DIKTADAS por Brando, jugueteando al piano con su miniyo -puro Herzog en versión pantagruélicamente fast food-).

Frente a tanta demagorrea rousseauniana fruto de la progresía criolla y del ressentiment mestizo, queda claro que los aborígenes siempre están dispuestos a que un dios blanco los movilice, los llene de ilusión, los malinchee, los redima del cul de sac, del bucle de su propia decadencia, los haga soñar en cargo cults, los incite a postfabricarlo en más de lo que depara su limitada realidad (y si no deviene en Kurtz o en Lawrence o en Pío Cid, si no está la altura de las expectativas, se lo sacrifica como al capitán Cook y a otra cosa...).

Película ideal para ser visionada en un cuchitril kippelizado, recalentado, medio en cueros, en sobremesa alucinatoria (Kinsky doblado por Penagos aumenta el delirio), sin tener muy claro si uno, con sus jadeos, también contribuyó al ascenso del barco por la montaña.


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