miércoles, 25 de enero de 2017

SEMANA DE ALTOS VUELOS


Esta semana por 13TV se va emitiendo la saga completa de AEROPUERTO. A la hora ideal para estas cosas: sobremesa, con el cerebro flojo en riego (toda la sangre en plena tarea digestiva), y nostalgia de otros tiempos que, por más inocentes, siempre nos parecerán mejores (aunque, tal vez, con este retorno a lo paleo que implica la llegada de Trump, tal nostalgia se disipe por un vivir alborozada y plenamente la actualidad).
Reconozco que nunca me las veo enteras: cuando la digestión va consumándose y el cerebro se desentumece, el tedio suele invadirme y acabo apagando el televisor para pasar a la ciberlectura o a jugar con mi simulador de moto, ejercitando reflejos y músculos de la atención, como un buen simio listo para ejercer su papel mutante de líder de un mundo otro que, al final, acaba por ser el mismo.
El lunes se emitió AEROPUERTO, la primera y más larga de la serie. Encabezaba el reparto uno de los escasos varones que me sulibeyan, Burt Lancaster, esa presencia melancólica en el semblante y danzarina en los movimientos, quien, desde FORAJIDOS hasta su muerte, nunca defraudó en sus apariciones, por muy discutible que fuese la película. En este caso, apenas oteado el cine de catástrofes que llenaría los 70, aún lejano el Watergate y las grisáceas presidencias de Ford y Carter (tan bien descrito ese espíritu de derrota en el ensayo de Marvin Harris LA CULTURA NORTEAMERICANA CONTEMPORANEA), la trama despega a partir de precedentes como el género "de hotel" (donde diversas historias se entrelazan: GRAN HOTEL, HOTEL INTERNACIONAL, etc) o como el arcaicismo de las primeras cintas de catástrofe (SAN FRANCISCO, EL HUNDIMIENTO DEL TITANIC...). Aparte de Burt Lancaster, el personaje más interesante es la polizona encarnada por Helen Hayes (oscarizada a la sazón y abuelita conceptual del Leonardo Di Caprio de ATRAPAME SI PUEDES). Van Heflin, perturbado con un ramalazo existencialista, será quien haga de detonante para el pete del avión. Jean Seberg, con peinado antinatural para su look habitual, da pena en su rol adocenadamente televisivo.
Ayer pusieron la que me temo será la más floja del lote, AEROPUERTO 75, biodegradablemente ñoña (de hecho, eché en falta la presencia del monstruo -en su vida real- Michael Landon por alguna parte), con una factura y argumento absolutamente de estrenos tv de sobremesa. Charlton Heston (quien ya estaba presente en la más floja de las cintas de catástrofe, TERREMOTO -con esa situación grotesca en que mantiene una relación con Ava Gardner, hija de su jefe Lorne Greene, que, por la escasa diferencia de edad, debió de concebirla cuando estaba en el kindergarten) actúa con un leve matiz picaruelo tirándole los tejos a la azafata Karen Black, quien, con su extrema vizquera, resulta la piloto amateur idónea para situaciones de emergencia (un Dana Andrews infartadamente desganado será el detonante esta vez estrellando su avioneta contra el morro del avión de pasajeros). Gloria Swanson, cameándose a sí misma, suelta en piloto automático un par de lugares comunes de SUNSET BOULEVARD (mención al sr De Mille incluida -mención aeronáutica: ¿crossover De Mille & Howard Hughes?-) y el resto de secundarios (la cantante folk Helen Reddy haciendo de monja, la posesa Linda Blair con problemas renales, más algunos compis de Walter Matthau en LA EXTRAÑA PAREJA en su eterno papel de cuarentones crapulones), listos para ser inmortalizados en la mucho más lograda parodia de esta película (o sea, ATERRIZA COMO PUEDAS).
Hoy tocaba AEROPUERTO 77, ya en pleno apogeo del género catastrófico. Y, claro, se imponía una hibridación tanto en situaciones como en las interpretaciones: con Jack Lemmon a los mandos (ese Jack Lemmon que también figuraría en una de las pocas contribuciones "progres" al género, EL SINDROME DE CHINA), un megaavión se "poseidoniza" en pleno océano permitiendo guiñar a otras tres cintas a la vez (la aludida LA AVENTURA DEL POSEIDON, EL COLOSO EN LLAMAS -cambiando fuego por agua y bomberos por submarinistas- y EL PUENTE DE CASANDRA -por el tono resignadamente apocalíptico de las interpretaciones: hago constar que la cinta de Pan Cosmatos sobre el tren en cuarentena que se dirige hacia una muerte segura con ecos de pesadillas del pasado es, por su toque metafísico y esa impagable intervención de Lee Strasberg, hoy tan vigente por razones "ucranianas", la mejor del género-). De secundarios, un atípico Christopher Lee haciendo de filántropo con habilidades natatorias, la hermana usaca de Laly Soldevila (o sea, Brenda Vaccaro), el futuro yerno de Angela Channing (Robert Foxworth) y la siempre espléndida Lee Grant. La contribución emérita, Olivia de Havilland y el magnate que paga el vuelo, un James Stewart con ecos de Charles Foster Kane.
Como nexo en toda la saga aeroportuaria, aparte la mención en los créditos a la novela y película originales, se encuentra el personaje de Patroni (George Kennedy), el jefe de mecánicos que, a cada nueva entrega, asciende en su rango y que intuyo como claro homenaje a los sindicatos de obreros cualificados (esos que hacen y deshacen presidentes y que, tras su silencio durante la pijiprogre obamocracia, ahora, hartos de no salir en la foto, han encumbrado desde su poder morlok a Donald Trump).  
Mañana está programada AEROPUERTO 79: el Concorde, con Alain Delon a los mandos. Veremos qué tal...

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