martes, 10 de julio de 2018

MUERAN LOS NOVIOS




Cillian Murphy (o, al menos, su cara) en una vida anterior fue parejactriz polanskiana. Acabo de caer en ello al ver por Movistar LUNAS DE HIEL. ¿Tal vez por eso dicho actor me provoque moebianos sentimientos de grimosa voluptuosidad?

La historia bordea aMOROSAMENTE el sexperpento pero, sobre todo, incide  en lo paniconyugal (eso tan bien desarrollado años después en el gangbang dialéctico llamado UN DIOS SALVAJE -en cuanto al choque de pareja normalito/pardillesca con dueto tortuosamente terminal, clave en ambos títulos, me lleva a asociarlo con EL PLACER DE LOS EXTRAÑOS, un año anterior a la que nos ocupa, y, cómo no, evocar ese clásico del mal rollo que usaba mi madre como referente para venirse hulkianamente arriba, ¿QUIEN TEME A VIRGINIA WOOLF?).

La libazón láctea (después, dorada) me trae al recuerdo el único modo en que yo disfrutaría de un destilado (Elizabeth Shue lactando whisky en LEAVING LAS VEGAS).

En cuanto a los momentos más bondageantes me hacen pensar que el nihilismo sexual ferreriano (¿por el común geokarma parisién?) no debió de resultarle indiferente al polaco más incorrecto.

Ultimo apunte: una de estas noches tengo previsto soñar con una nueva versión de esto mismo pero más cruel y orgullosa (mejor dicho, rompedora de orgullos por su anticlímax). Con Cillian Murphy haciendo el papel que ya hizo con otro cuerpo en una vida anterior, Kevin Spacey donde Peter Coyote jugaba a un Humbert Humbert de vuelta de sí mimmo y, tras la cámara y recuperado del trasmundo, Michael Chomino más señora china que nunca y megadispuesto a quemar trillones de euros en aras del 7th art (¿o es que sólo se van a tolerar las moñeces mucho más insustanciales de la MariWachoska?).