domingo, 26 de agosto de 2018

EL PETTING PAN NUESTRO DE CADA DIA DANOSLE HOY (flashes de San Valentín a trasmano de fecha)




A veces me despierto de madrugada y sueño con:

ser objeto transicional que abraza a perpetuidad una bella durmiente;

ágapes conversatorios (de postre el horizonte) con una puta de Mensa;

calcular constelaciones de pecas bronceadas por una luna hiena (la luna que alumbra a las mujeres maravillosas);

batracicoros de regüeldos junto a una gusarapa quasi albina bajo una abandonada bóveda de ecos infinitos;

besos tan jugosos que las bocas se hagan rebosantes cupideras;

morir muy poquito a poco (en dulce desmenuzamiento de aporía).



domingo, 5 de agosto de 2018

LA CURTIDA Y LA REPIPI




En estos últimos findes estoy siguiendo por Nova los maratones vespertinos de una serie que ignoré en su momento. Y reconozco que tiene su puntico, sin echar cohetes.

La química protagónica la ponen una curtida poli, Jane Rizzoli (encarnada por ese curioso híbrido de Ali McGraw y Charlton Heston llamada Angie Harmon, cuya voz ronquilla me pone bastante), como factor yan. La cuota yin la ofrece una forense repipi y algo fashion victim, Maura Isles (a los mandos del muñeco, Sasha Alexander en un rol muy distante de aquel donde la descubrí, la austera agente de NCIS). 

Hay mucho de chisposo y pizpireto en sus peripecias, que me hacen pensar en clásicos de mi mocedad como AUDACIA ES EL JUEGO y MC MILLAN Y ESPOSA (ambas con la reineta de lo pizpireto, la hoy injustamente olvidada Susan Saint James) o en fetiches mucho más recientes, caso de EL MENTALISTA y de BONES.

De entre los cuatrillones de forenses y forensas aparecidos por ficciones de tv desde la primigenia CSI LAS VEGAS la doctora Isles compartiría trono menor junto a la pelirroja de MOTIVE (detonante de esta cosa mía shadowliner) y a Zach (el miniyo hiperlógico que acompañaba a la huesóloga Brennan y que terminó internado por sus excesos cartesianos) en derredor de las Potencias Mayores, la ya mentada Brennan y el insuperable Grissom (el padre omnisciente de todos los forenses televisivos).

Amén de las protas, cabe destacar a dos veteranos, la mamma Rizzoli (peculiar cantinera de la policía, encarnada por la siempre sorprendente Lorraine Bracco -¿recuerdan aquel western lésbico de Gus Van Sant?- con esa manera de hablar como si tuviese la boca llena de nubes de malvavisco) y el sargento Korsak (Bruce Mc Gill le da un punto socrático -que diría Xenius, por aquello de la ironía- con abundancia de frases memorables).  

En fin, estos maratones, entre otras liturgias de JF Sebastian castizo, me hacen sobrellevar los rigores del calor, oreando mi córtex de estreses y angustias, que siempre recalientan y deben de evitarse en los fragores de la canícula.