viernes, 23 de mayo de 2014

SAMPLES CORAZONESCOS 18

DUGIN


No en vano EL CORAZON DEL BOSQUE se echó a la calle por vez primera en plena coyuntura humeante de otoño del 93, cuando los ejércitos rusos (aún con la pátina soviética a medio quitar) hacían su bautismo de fuego neoliberal bombardeando la Duma y tratando de acallar las protestas de quienes (desde la ortodoxia comunista, desde un populismo con tintes paneslavos, desde síntesis incipientes entre la tradición imperial y la tradición roja o desde la simple negativa a uncirse al mandato de Washington) contestaban la turbia secuencia liquidacionista iniciada por el aprendiz de brujo Gorbachov y continuada por el descerebrado déspota Yeltsin recién deslumbradas sus mostrencas neuronas con el oropel de la Reaganomic. Alexander Dugin, el alucinado cantautor callejero con un pie en la mística de la Tercera Roma y otro en la geopolítica eurasiática, el personaje pintoresco en quien cristalizaría la síntesis maestra en la que primero se apoyó el Partido Comunista ruso tras la caída de la URSS y que en el presente siglo ha servido de palanca dialéctica para la recuperación por Vladimir Putin de una Rusia vuelta hasta su llegada material de derribo. Con la traumática crisis ucraniana, con las crecientes peticiones de ingreso en la Unión Eurasiática (o incluso directamente en la propia Rusia), con la nueva guerra fría económica que se va perfilando entre un Occidente día a día más nazificado en su paranoia y un eje ruso/chino (más la adhesión de los antes llamados no alineados -Sudáfrica, India, Irán, Brasil y otros países latinoamericanos-) que va tomando forma en torno a la cogestión de Siberia y a las nuevas sinergias en cuanto a colaboración y dependencia que contestan las trágalas surgidas hace tres cuartos de siglo en Bretton Woods, hoy Dugin es una figura que va creciendo y ha de tomarse en cuenta a nivel del equilibrio planetario y sus prospectivas como en su momento ocurrió desde el flanco occidental con un Hermann Kahn o un Henry Kissinger (Kissinger, por cierto, de los escasos analistas occidentales que se ha opuesto rotundamente a la deriva agresiva que el mal llamado Nuevo Orden Mundial está tomando en estos tiempos con respecto a Rusia -y es que, bien desde la realpolitik kissingeriana siempre fiel a sí misma o bien desde el vibrante sueño eurasiático de Dugin, al cabo se trata de lo mismo, de coexistir en el planeta desde el respeto al adversario y no desde la irresponsable subestimación de los contrarios y la huida de la realidad hacia un plató solipsista hecho de expansionismo ciego y depredador, repitiendo los más patológicos errores del pasado-). 
En la saga corazonesca Dugin se asomó con frecuencia, desde la entrevista en exclusiva sobre los sucesos ya mentados de otoño '93, desde artículos sobre el rock ruso y su huella en la particular contracultura de esas latitudes, o desde la inclusión de textos suyos donde anticipa y analiza mucho de lo que ahora está ocurriendo. Para EL CORAZON DEL BOSQUE la síntesis llamada en su momento nacional/comunista, el ideal eurasiático, el rechazo de los terminales antivalores occidentales en nombre de la pureza reivindicada (desde diversas perspectivas que acabarían por converger) por creadores atormentados como un Solzhenitsin, un Tarkovsky o un Letov, nunca ha sido espasmo de moda o trendy topic. Ese espíritu se mantiene, crecido y reforzado por el espíritu de los tiempos que sopla cada día más a nuestro favor. Dugin y EL CORAZON DEL BOSQUE, una misma Vía Zurda. Como muestra, aquí dejo un capítulo del texto LA GRAN GUERRA DE LOS CONTINENTES, escrito por Dugin (traducción de Arturo Marián), y publicado en el nº 16/17 de ECDB (otoño '97).




NIKITA JRUSHOV, AGENTE DE LA ATLANTIDA

Jrushov fue el primer protegido del lobby atlantista que se convirtió en el dirigente unipersonal de la URSS. A pesar de sus diferencias con Beria, Jrushov se apoyaba precisamente en el KGB y en un momento dado eligió definitivamente la opción contraria a la de Lenin y Stalin. Las actividades de Jrushov iban destinadas a la eliminación de las estructuras internas de los eurasiáticos dentro de la URSS, y también al sabotaje de los proyectos continentales globales del bloque planetario supraestatal. La llegada de Jrushov al poder supuso la llegada al poder del KGB.
Una vez afianzado en el poder, Jrushov comienza a asestar golpe tras golpe a todos los niveles del lobby patriótico/continental. A partir de entonces toda su atención estaría centrada en los países anglosajones, sobre todo en los EEUU. La consigna de Jrushov "alcanzar y adelantar a Occidente" significa precisamente la orientación hacia las potencias atlánticas y el reconocimuento de su superioridad socioeconómica. Sus tesis sobre la pronta llegada del comunismo pretenden despertar de nuevo las tendencias "mesiánicas izquierdistas", "bolcheviques internacionalistas", ya casi olvidadas tras los largos años del stalinismo geopolíticamente imperial y eurasiático. Jrushov pretende asestar el golpe a todas las estructuras tradicionalistas arraigadas que sobrevivieron, gracias a la secreta protección de la orden de Eurasia, incluso en los periodos más terribles del terror rojo. Jrushov quiere acabar definitivamente con la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Jrushov se mostró como "americanista" y "atlantista" en todo: comenzando por el célebre maíz transatlántico (Jrushov mandó plantar maíz en lugar de cultivos tradicionales, terminando el experimento en estrepitoso fracaso) y terminando por la doctrina militar, basada exclusivamente en la utilización de misiles intercontinentales en detrimento de todos los demás tipos de armamento. Jrushov no se interesaba en absoluto por el continente eurasiático; le preocupaba la América Latina, Cuba, etc. Entre los atlantistas del gabinete militar de Jrushov (encabezado por el mariscal S.S. Briuzov) y los eurasiáticos del grupo de Shtiomenko se produjo un conflicto casi abierto. Jrushov insistía en el concepto de "blietzkrieg nuclear intercontinental", lo cual desde el punto de vista continental no es más que una diversión estratégica, que debilita el poder militar real de las fierzas continentales, destruye la economía y crea el peligro apocalíptico planetario. Después de la sustitución de Jrushov, ESTRELLA ROJA (portavoz de las FFAA) decía con toda justicia "la estrategia que por fin hemos rechazado sólo pudo nacer en un cerebro enfermo". Todavía antes Shtiomenko advertía en la misma publicación "En ningún caso la seguridad de la URSS debe basarse exclusivamente en los misiles balísticos intercontinentales".  
A partir de Jrushov se realiza la definitiva separación de funciones internas: los "comunistas puros" y los representantes de Lubianka se solidarizan con la estrategia jrushoviana de blietzkrieg nuclear (el propio Ejército Soviético se convierte en el primer rehén de los terroristas nucleares del PCUS o, más exactamente, del ala atlantista del PCUS), en tanto que los eurasiáticos y los lobbystas de GRU insisten en el desarrollo de armamento convencional y procuran la revancha a través de las investigaciones miltares del cosmos.
En 1958 Jrushov destituye al poderoso y extremadamente popular mariscal eurasiático Zhukov. En 1959 hace otra jugada de ataque: coloca a la cabeza de GRU a una de las más odiosas figuras de la historia soviética, al sanguinario verdugo chekista Ivan Serov, conocido por el apelativo de "Matarife". Otro atlantista, el general Mironov, se convierte en el responsable de los llamados "órganos administrativos", que se dedicaban a vigilar las principales secciones militares y de inteligencia militar. Sin embargo, las maniobras ofensivas de Jrushov se encuentran con la oculta y unánime defensa de los eurasiáticos: Konev, Sokolovsky, Timoshenko, Grechko procuran derribar a Jrushov a cualquier precio. Cada día de permanencia en el poder causaba un daño irreparable (ideológico, estratégico y político) tanto a los intereses de la URSS como en general a los intereses de las potencias continentales.
Destaquemos también un curioso detalle: precisamente en la época de Jrushov el predominio de la línea "totalitario-hegeliana" en la filosofía soviética ritualmente marxista (que supone la supremacía de los factores supraindividuales, objetivos, sobre los individuales y subjetivos) deja paso al predominio de la línea "subjetivo-kantiana" (que supone la supremacía de las tesis individualistas y subjetivas sobre las objetivas). De .la misma época data la rápida degradación en la enseñanza, aparece la nueva pléyade de académicos y científicos "jrushovianos", que representan una aglomeración de arrogantes diletantes sin ninguna cualificación (por ejemplo, A.N. Iakovlev, quien reconoció haber criticado a Marcuse sin siquiera leer sus obras -por el contrario, los científicos de la era estalinista, que continuaban, aunque de forma peculiar, las tradiciones académicas prerrevolucionarias, siempre destacaron por conocer a los autores que criticaban). Desde Jrushov comienza el paulatino crecimiento en la sociedad de la inteligentsia desarraigada y cosmopolita, orientada hacia el atlantismo, y que es criada de manera oculta por KGB, incluso en sus variantes más disidentes y radicales. El tema de Occidente, de los EEUU, comienza a difundirse en la URSS en calidad de ideal prohibido pero atractivo



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