miércoles, 13 de septiembre de 2017

GENET PRET A PORTER



Las divinas que han "heredado" a Genet (o sea, casi todas las que se dedican a la creación literaria o audiovisual), en realidad, no reencarnan a éste, sino más bien lo vampirizan y usan a su conveniencia (como hacía Jame Gumb con las gordas): lo inició Sartre desde su asexualidad platelminta en su prolijo libro sobre la Santa Ladrona. Uno piensa en la aventura de Truman Capote con A SANGRE FRIA (tal vez la más lograda aproximación a Genet tras Sartre, planteada con la misma sinuosidad que éste, pero desde la hormona visionaria más que desde la neurona analítica) o en las viñetas de Nazario (el ¿Genet? sevillano -tal vez el más cercano plásticamente a las pajillas de JG, como puede comprobarse sobre todo si se echa un ojo al mediometraje UN CHANT D'AMOUR-) o en la oscura fecundidad de Fassbinder (que incluso adaptaría una obra de Genet, QUERELLE, y que supera al propio Genet en crueldad demiúrgica, tal vez por ser menos femenino que Genet o, mejor, por emanar un eterno femenino más terribile que debole: siempre me ha chocado esa mirada intercambiable de Fassbinder y Ulrike Meinhoff, que me llevó a soñarlos como una variante del BLOODY MAMA cormaniano, con Fassbinder, criminal con ínfulas de cineasta progresivamente deteriorado a lo FWN, y la Meinhoff como su devota hermana que se dedica a cuidarlo y a asaltar cuarteles de la OTAN entre limpieza de babas/cacas/meaos y preparación de las comidas/potito -a RWF dediqué unas cuantas páginas en mi e-book PANTALLA ZURDA-) o en la camaleónica trayectoria de Bowie (lo más cercano a la Divinidad -con mayúscula- desde la belleza tórridamente gélida, algo que sospecho habría llegado a provocar la misma envidia en Genet -Bowie frustrado por su imposibilidad de ser cool y no meramente cul- que éste provocaba de manera más turbia en Sartre, el envidioso vocacional). ¿Y qué decir de Mishima? (más genetiano que nunca en su femenina novela MUSICA y a cuyo final yo dediqué una glosa, EN BUSCA DEL SOL, dentro de este batiburrillo).

Porque JG (como Eduardo Benavente, su gemela antimateria -por aquello de preferir la acción a la pasión-, que interpretó aquello tan genetiano de QUIERO SER SANTA) nadaba sin guardar la ropa. Las divinas que pretenden "heredarlo", sí.




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