miércoles, 10 de abril de 2019

DE BISOJECES Y ESTRABISMOS


¿detonante?: esta entrega de mi gastrofetiche televisivo de los últimos tiempos


Desde pequeñito he asociado el término ESTRABISMO con ojo(s) a la fuga (tal vez por leerlo en mi mente con v de extravío) y, en cambio, lo BISOJO asociarlo a la manera centrípeta. Yo, igual que soy zurdo pero uso las tijeras con la diestra, he pasado por ambos estados: en mis años mozos extraviaba un ojo cuando empecé a perder visión y perspectiva (miopía y astigmatismo) pero en ocasiones para forzar la vista (sobre todo, cuando me ha ido asaltando la presbicia) tiendo a lo ojijunto (que casa con cejijunto -y aquí pienso en la vizquera sobreactuada de Honorio Herrero en la grimosa CHARANGA que llevaba su nombre-).

Si tengo sentimientos encontrados respecto a lo bisojo (esto es, atracción y repelencia), con la cosa estrábica soy más unánime: todo lo que recuerdo (Sartre, Trueba, Kirchner, Everett Sloane o Marty Fieldman) me da un punto de repelús. Intenté durante todo un verano bucear en Sartre y la incursión sólo me confirmó la negempatía preexistente. De Trueba no hay película que me haya enganchado (sólo he visto cinco, y me dejaron frío: EL AÑO DE LAS LUCES -que tal vez en manos de Armiñán, Regueiro o Fernán/Gómez me habría resultado aceptable-, los vodeviles SAL GORDA y SE INFIEL Y NO MIRES CON QUIEN -sin Osinaga ni Arturo Fernández un vodevil se queda en ná-, la absurda EL SUEÑO DEL MONO LOCO -que compite en cuanto a hermetismo impremeditado con aquel engendro de Javier Elorrieta en que intervino Anthony Perkins, LOS GUSANOS NO LLEVAN BUFANDA- y BELLE EPOQUE -con alguna escena como el polvo travesti de Gil y Sanz tirando a anticlimática por su grosería panfletera, antimateria de la delicadeza de un Neil Jordan o de la gracia de un John Waters-). De Kirchner mis recientes lecturas argentinas confirmando su nefasta influencia en la política española y su saga oportunista y usuraria ya me ratifican mi prevención inicial. A Everett Sloane siempre lo asociaré con su rol en LA DAMA DE SHANGAI y como heraldo de los momentos más oscuros de CIUDADANO KANE. Y en cuanto a Marty Fieldman, aunque no me cae mal y a veces me roba una carcajada, ese temor a que en cualquier momento se le caigan los ojos rebotando como pelotas de ping pong me corta el rollo bastante.

Bisojeces que me echan p'atrás: Savater (a quien ya diseccioné en cierto capítulo de esta entrada shadowliner); Streissand (y su gemelo barbado Spielberg), paradigmas del progresismo hollywoodiense más arribista y ávido de dollars; Karen Black (que me produce una sensación ominosa, como de tocar madera, a lo Everett Sloane pero en centrípeto -y que siempre asocio con su trágico rol en EL GRAN GASTBY-); o Alvaro Vitali (que sólo tolero como friki felliniano en AMARCORD).

Pero sí hay vizcondesas que me hacen tilín. Señalaré dos: Lucy Liu (cuanto más vizca, más la deseo -que magnífica está como Joan Watson en ELEMENTARY, ya glosada en este mismo blog-) y la picaruela dietista Gabi Uriarte (detonante de la presente entrada y espléndida explotadora de su defecto visual, con una mímica llena de vis cómica -cuanto más cómica más sexy, buscando siempre la complicidad hilarante del respetable-).






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