Esta vez sí, Lupert se frotó las manos mientras esperaba su doble ración de reconstituyente. No sólo pretendía calentarse las manos, también buscaba imprimir a sus muñecas un swing que hiciera del brindis consigo mismo un gesto garboso. Era zurdo, pero se había acostumbrado a sostener los vasos con la mano derecha debido a las supersticiones de sus cofrancahelistas. Enseñadas respectivamente la mano derecha por la práctica y la izquierda por la tendencia natural, no había que temer ningún traspié (trasmano en el caso que nos ocupa) que diera al traste con la impresión de mundanidad que ya a estas alturas suponía haber causado en el resto de la parroquia. Y sin embargo cuántas veces hemos visto desmoronarse el empaque aprendido a lo largo de años de relaciones humanas debido a una visión repentina y subyugante. ¿Qué es aquello que habíamos olvidado haber olvidado pero que vuelve a nosotros de pronto en dicha visión?
6 comentarios:
"¡ES LA VERDAD!", creyó escuchar Lupert a un borracho que se debatía consigo mismo al fondo de la taberna, pero que, en realidad, había gritado: ¡RON Y ACABAR!
La camarera rebuscó entonces en la despensa, habría jurado que nos quedaba una botella de Ron Yacabar, el mejor del Caribe, traído por un pirata despistao.
¿Y fue en la camarera en dirección a la despensa en lo que se fijo Lupert mientras brindaba con la mano derecha?
¿Qué pasó?
¡GLUB!
(no se me ocurre otra exclamación mejor desde mi condición de bebedor bisoño ante una entrada tan llena de tragos largos en la que se me vincula con ese sujeto mítico de insaciable paladar que la especiosa Bárbara regaló al blog de la horda: además, acabo de escuchar por segunda vez -la primera fue el viernes, cuando me lo trajo Charlie- junto con Clara -la guitarrista de Vermeer y puntal femenino de LA RULETA CHINA- el disco ya mezclado y sólo a falta de masterizar, y estoy muy contento y muy feliz cual perdiz de cómo ha quedado la cosa)
"¡Entonces brindemos por ese disco!", dijo el mismo borracho que antes se debatía consigo mismo, y gracias al cual la camarera (que no sabemos si está en sus cabales) busca una botella de Ron Yacabar.
todas las camareras del mundo están en sus cabales aunque a veces pueda parcer lo contrario.
El día que se permitan perder la cabeza dejaran de ser camareras y el mundo llorará por no encontrar consuelo.
Me uno al brindis!
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